Cómo seguir siendo sociable cuando se deja de beber
Reducir el consumo de alcohol no tiene por qué significar perder su vida social
¿Usted o un ser querido bebe demasiado alcohol? No hace falta ser alcohólico para tener un problema con el alcohol.
Adaptado con autorización de Almost Alcoholic: Is My (or My Loved One’s) Drinking a Problem? (Casi alcohólico: ¿Mi consumo de alcohol (o el de mi ser querido) es un problema?)
Es muy posible tener un problema de consumo de alcohol sin que se le defina o describa como «alcohólico». Muchas personas consumen alcohol para manejar el estrés, pero no se dan cuenta de que agrava los problemas de su vida. Existen técnicas y terapias para ayudarle a reducir su dependencia del alcohol y recuperar el equilibrio en su vida.
Algunas personas creen que solo hay dos tipos de personas en el mundo: los alcohólicos y los no alcohólicos. Muchos también creen que o nacemos o no nacemos alcohólicos. Esta ha sido una perspectiva predominante durante mucho tiempo, y aunque esta afirmación pueda parecer dramática para algunos, tiene cierta base en la realidad. Quienes sostienen estas creencias tienden a ser personas que han experimentado o presenciado los síntomas más graves o las consecuencias más severas del consumo de alcohol, como:
Sabemos por nuestra propia experiencia clínica que hay personas que desarrollan patrones y comportamientos graves de consumo de alcohol como los que acabamos de describir. Ellos son verdaderos alcohólicos. Sin embargo, también hay un gran número de personas que no cumplen los criterios aceptados para diagnosticar el alcoholismo, sino que se sitúan en una zona gris de consumo problemático de alcohol. Son los casi alcohólicos.
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Realice la evaluación HelpGuide es un apoyo para el usuario. Ganamos una comisión si se registra en los servicios de BetterHelp después de hacer clic en este sitio. Obtenga más informaciónCualquiera que consuma alcohol en exceso se encuentra en riesgo de sufrir consecuencias adversas para la salud, pero algunas personas parecen tener un mayor riesgo de desarrollar problemas de salud relacionados con el alcohol. La razón parece ser en gran medida biológica, aunque es probable que los factores ambientales también influyan en esta diferencia. Los investigadores han descubierto, por ejemplo, que las personas difieren en la forma en que sus cuerpos metabolizan el alcohol. Debido a que nuestra estructura biológica se determina al nacer, hay algo de cierto en la idea de que tenemos ciertos rasgos que nos hacen más (o menos) vulnerables a los efectos del alcohol.
Nuestro descubrimiento del casi alcohólico surgió de muchos años de trabajo, no solo con personas que tenían los tipos de problemas de consumo de alcohol que acabamos de describir, sino también con un grupo mucho más amplio de personas con diversos patrones de consumo de alcohol que no cumplían los criterios del alcoholismo. Como se señaló anteriormente, la mayoría de este grupo más amplio acudió a nosotros, no porque estuvieran preocupados (o porque otros hubieran expresado su preocupación) por su forma de consumir alcohol, sino para pedir ayuda con algún otro problema. La conexión entre los problemas para los que buscaban ayuda y su consumo de alcohol surgió más tarde. Veamos un par de ejemplos:
Jennifer, de 41 años, estaba casada y tenía dos hijos, un hijo de once años y una hija de nueve años. Jennifer tenía la típica familia contemporánea con dos ingresos. Tenía un puesto de gerencia intermedia en una gran empresa de administración y desarrollo inmobiliario, mientras que su esposo, Dan, trabajaba en el departamento de tecnología de la información de una gran universidad. Como la mayoría de las parejas que conocían, se esforzaban por compaginar las exigencias del trabajo con las de la crianza de los hijos, así como con los quehaceres domésticos. Disfrutaban de su vida en una agradable comunidad suburbana con buenas escuelas y acceso a actividades recreativas; al mismo tiempo, tanto Jennifer como Dan expresaban a veces que les parecía difícil la vida rutinaria.
Dan y Jen se conocieron en el tercer año de la universidad y se casaron un año después de graduarse. Como estudiantes universitarios, disfrutaron las fiestas tanto como la mayoría de sus amigos, pero nunca llegaron a «pasarse de la raya». Sufrieron resacas ocasionales, sobre todo en su primer año, y a los dos les gustaba reunirse con sus amigos para hacer fiestas en los estacionamientos antes de los partidos de fútbol americano después de graduarse.
Jen no bebió nada durante sus embarazos. Sin embargo, después del nacimiento de su segundo hijo y de volver al trabajo tras seis semanas de permiso por maternidad, se unió a Dan en su rutina de beber una copa de vino mientras se liberaban de la presión del trabajo. Es decir, hacerse cargo de los niños, hacer la cena, supervisar las tareas escolares, prepararse para el día siguiente, etcétera. Después, cuando los niños se dormían, Jen se tomaba una segunda copa de vino, y a veces una tercera. Nos contó que durante varios años fue una forma eficaz de liberar el estrés acumulado a lo largo del día. También le parecía que la tercera copa de vino le ayudaba a dormir mejor.
Cuando Jen acudió a terapia, no lo hizo por su consumo de alcohol, que seguía considerando normal e incluso útil, dado su estilo de vida con gran presión. Jen fue remitida por su médico de atención primaria, con quien había compartido su preocupación por no dormir bien. No dormir bien la hacía sentir nerviosa al día siguiente. Ese patrón la llevó a sentirse cada vez más deprimida, lo que se reflejaba en un carácter irritable (sobre todo con los niños), sentimientos crónicos de fatiga y la queja de Dan de que su vida sexual se estaba «evaporando». Preguntó a su médico por medicamentos para dormir, o tal vez por un antidepresivo. La doctora le dijo que lo consideraría, pero primero quería que Jen hablara con un terapeuta.
Jen es un buen ejemplo de este amplio grupo de personas a las que hemos llegado a conocer bien en nuestros consultorios, personas cuyo consumo de alcohol aparece como un factor en los problemas que presentan. Jen no programó una cita con un terapeuta porque estaba preocupada por su consumo de alcohol.
No. No tenía síntomas suficientes para cumplir los criterios aceptados para alguno de los diagnósticos relacionados con el alcohol. No era alguien para quien una copa nunca es suficiente. Tampoco bebía con la frecuencia necesaria para mantener un cierto nivel de alcohol en el cuerpo. Nunca había sufrido un lapsus de memoria. Y así sucesivamente. Sin embargo, experimentaba claramente síntomas que los alcohólicos verdaderos suelen presentar, como alteración del sueño, fatiga crónica, depresión y ataques de ira. Para Jen, la respuesta era que en algún momento había cruzado la línea que separa el consumo social normal del consumo casi alcohólico. La buena noticia para ella fue que este descubrimiento se convirtió en una oportunidad para reevaluar su forma de consumir alcohol (junto con el estrés que parecía impulsarlo) y tomar algunas decisiones. Al final, hizo algunos cambios, no solo sobre su forma de consumir alcohol, sino también sobre cómo manejar el estrés que enfrentaba y cómo crear cierto equilibrio en su vida. Había tenido ese equilibrio antes como estudiante universitaria y como recién casada, pero se había desequilibrado a medida que su vida se llenaba de más y más responsabilidades.
A Marcus, de 19 años, le había ido bien en la preparatoria a pesar de sus dificultades con el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH o ADHD, por sus siglas en inglés). Evitó el alcohol durante esos años, le habían advertido que su medicamento para el TDAH no se llevaba bien con el alcohol. Pero al llegar a la universidad empezó a consumir alcohol, normalmente en borracheras y en compañía de amigos.
Al principio, los inconvenientes del consumo de alcohol de Marcus eran bastante sutiles: sus calificaciones bajaron un poco y a veces faltaba a clase a la mañana siguiente de haber consumido alcohol. El lado positivo era que se volvía más extrovertido cuando bebía y era menos tímido que en sus años de preparatoria. Un factor que complicaba la situación de Marcus era su edad: el consumo de alcohol en la población universitaria normalmente implica una gran cantidad de consumo compulsivo de alcohol, que suele organizarse en torno a juegos para beber. (El Instituto Nacional sobre el Abuso del Alcohol y el Alcoholismo define el consumo compulsivo del alcohol como un patrón de consumo de alcohol correspondiente a cinco o más bebidas para un varón y cuatro o más para una mujer en un plazo aproximado de dos horas, con un nivel de alcohol en la sangre igual o superior al 0.08 por ciento). Uno de estos juegos es el “beer pong”, en el que los contrincantes intentan rebotar una pelota de ping-pong y meterla en el vaso lleno de cerveza del otro. Cuando el oponente mete la pelota en el vaso de cerveza, el dueño del vaso tiene que beberlo todo. Entonces empieza otra ronda.
A Marcus le divertían los juegos como el beer pong. Era socialmente aceptable y una forma fácil de superar su timidez. Estar borracho también le facilitaba hablar con las chicas, lo que reforzaba aún más su comportamiento.
Sin embargo, a la mitad del segundo semestre, Marcus estaba a punto de reprobar una asignatura y apenas pasaba otras tres. Para empeorar las cosas, un viernes por la noche, después de consumir alcohol en exceso en una fiesta de la fraternidad, se peleó con un compañero que pensaba que Marcus estaba coqueteando con su novia. Discutieron, pero en lugar de acabar ahí, Marcus empujó al chico y luego comenzaron los golpes. Por miedo a que terminara en una pelea, alguien llamó al 911 para que la policía del campus acudiera.
De acuerdo con la política de cero tolerancia de la universidad hacia la violencia en el campus, le prohibieron a Marcus vivir en el campus el siguiente semestre. Aunque consiguió que no lo expulsaran, terminó el primer año con un promedio de calificaciones que ponía en peligro sus posibilidades de entrar en la escuela de farmacia a la que siempre había soñado entrar.
Marcus es otro ejemplo de alguien que ha cruzado la línea y ha entrado en la zona gris de consumo casi alcohólico. ¿Vio este joven la conexión entre las consecuencias negativas que estaba viviendo y su comportamiento con el consumo de alcohol? No. La única razón por la que buscó orientación fue porque, en lugar de una suspensión por el resto de ese semestre, a Marcus se le ofreció la opción de inscribirse en un programa de control de la ira en el centro de asesoramiento estudiantil. Es una intervención típica y no exclusiva para Marcus. Como nos hemos enterado, es común que las autoridades (e incluso los seres queridos) se centren en un único incidente, en el caso de Marcus su comportamiento agresivo, y lo identifiquen como el problema, mientras ignoran el contexto (consumo compulsivo de alcohol) en el que se produjo. Esto es una prueba más de que los casi alcohólicos han permanecido hasta ahora como un segmento de la población poco visible.
Las investigaciones demuestran de manera reiterada que las personas tienden a beber más al final de la adolescencia y a principios o mediados de los veinte. Los adultos jóvenes, tanto hombres como mujeres, son especialmente propensos al consumo compulsivo de alcohol. Para algunos de estos jóvenes, este consumo de alcohol puede acarrear otros problemas graves. Por ejemplo, algunos estudios han demostrado que una región del cerebro asociada al aprendizaje y la memoria, el hipocampo, es más pequeña en las personas que empezaron a beber en la adolescencia. Y los estudios sobre adolescentes que recibieron tratamiento para la abstinencia alcohólica mostraron que eran más propensos a tener problemas de memoria que los adolescentes que no bebían.
Desafortunadamente, lo que algunos estudiantes universitarios consideran consumo social de alcohol puede incluir varios “juegos” de consumo compulsivo de alcohol. No todos los estudiantes universitarios consumen compulsivamente alcohol, pero este comportamiento tiende a estar bastante generalizado y ser relativamente tolerado por los compañeros en los campus universitarios. No es nada raro que los estudiantes se emborrachen hasta el punto de desmayarse. Debido a ese contexto social, y también a que su consumo de alcohol se limitaba sobre todo a los fines de semana, Marcus veía su propia manera de beber como algo normal. Pensaba que solo hacía lo que muchos otros estudiantes, así que ¿cómo podía tener un problema con el consumo de alcohol? La realidad es que la mayoría de los estudiantes universitarios que consumen compulsivamente alcohol pasarán por esta fase y emergerán en la edad adulta como bebedores sociales normales. Algunos de los mayores bebedores pueden sufrir ciertos problemas de memoria o aprendizaje relacionados con su anterior consumo de alcohol, aunque es posible que nunca lleguen a descubrir esta conexión. Algunos se convertirán por completo en alcohólicos. Y algunos, como Marcus, se convertirán en casi alcohólicos.
Las experiencias de Marcus, pelearse y tener dificultades académicas, eran claras consecuencias de su consumo de alcohol. Por sí solas, no lo habrían calificado para el diagnóstico de alcoholismo. En otras palabras, no encajaba en el concepto aceptado del diagnóstico. Si el Dr. Doyle hubiera concluido que Marcus no tenía un problema de consumo de alcohol, este joven habría llegado a la conclusión de que las cosas negativas que le estaban ocurriendo eran solo cuestión de mala suerte, de estar en el lugar equivocado en el momento equivocado, y habría decidido que no había necesidad de cambiar su conducta con el consumo de alcohol. A partir de ahí, las cosas podrían haber seguido en declive. Pero al enseñar a Marcus el concepto de casi alcohólico, el Dr. Doyle pudo ayudarlo a ver la conexión entre su forma de beber y sus consecuencias. Así, pudieron plantearse si Marcus debía considerar hacer algo con respecto a su forma de beber, aunque no fuera alcohólico.
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Última actualización o revisión el agosto 2, 2024Millones de lectores confían en HelpGuide.org para obtener recursos gratuitos basados en evidencia para comprender y afrontar los desafíos de la salud mental. Haga su donación hoy para ayudarnos a salvar, apoyar y cambiar vidas.
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